¿Sabemos con quién hablan nuestros hijos mientras juegan en línea?
Hace unos días, navegando por las redes sociales, me apareció un vídeo que rápidamente se hizo viral. En él, una niña contaba que iba a quedar con un chico al que había conocido a través de un popular videojuego. Lo más preocupante era que sus padres no sabían nada de estas intenciones.
Al día siguiente, la misma niña compartió otro vídeo explicando que aquel “chico” resultó ser en realidad un hombre de más de 40 años. Poco después, volvió a grabarse asegurando que todo se trataba de una broma, que no era real y que solo buscaba generar repercusión.
Pero, aunque fuera una puesta en escena, la cuestión de fondo permanece intacta: esta es la realidad que vivimos hoy en día. Nuestros hijos juegan, socializan y se relacionan en entornos digitales donde no siempre sabemos con quién están interactuando.
El riesgo detrás de la pantalla
Los videojuegos en línea son, sin duda, una forma de ocio divertida y muy extendida entre niños y adolescentes. Sin embargo, el chat, las comunidades y las salas abiertas pueden convertirse en vías de acceso para personas con intenciones muy distintas a las de pasar un buen rato.
Aquí aparece un fenómeno muy peligroso: el grooming en videojuegos online. Se trata de una estrategia que utilizan algunos adultos para ganarse la confianza de un menor en internet con el objetivo de manipularlo, obtener imágenes íntimas o incluso llegar a un encuentro físico. Y lo hacen poco a poco, con paciencia, haciéndose pasar por alguien de su edad, ofreciéndoles atención, regalos virtuales o falsas muestras de amistad.
Detrás de un avatar simpático o de un “jugador experto” puede esconderse alguien que manipule, engañe y se gane la confianza de un menor con fines dañinos.
El papel de las familias
Más allá de vigilar el tiempo de juego o los títulos a los que acceden, lo que realmente marca la diferencia es cómo acompañamos a nuestros hijos en su vida digital. No se trata de prohibir ni de desconfiar constantemente, sino de estar presentes.
Hablar con ellos sobre con quién juegan, interesarse por las amistades que hacen en línea igual que lo haríamos con las del colegio, y mantener una comunicación abierta para que sientan la confianza de contarnos si algo les incomoda. También es útil revisar juntos las opciones de privacidad o los controles que ofrecen las plataformas, pero siempre desde la idea de que proteger no es vigilar, sino educar.
Una reflexión necesaria
El caso de la niña del vídeo puede haber sido una broma, pero lo que refleja no lo es. El grooming existe y afecta cada día a miles de menores en todo el mundo. La red está llena de historias reales de niños y adolescentes que, a través de videojuegos, redes sociales o chats aparentemente inocentes, fueron manipulados por adultos con malas intenciones.
La pregunta que deberíamos hacernos como sociedad, familias y educadores es clara:
¿Sabemos con quién hablan nuestros hijos mientras juegan?
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La crianza nos plantea retos constantes, sobre todo cuando se trata de proteger la mente y las emociones de nuestros hijos. Si quieres seguir aprendiendo sobre cómo acompañarles en este proceso, te recomendamos leer también nuestro artículo “El juego del calamar en niños: consecuencias y riesgos para su desarrollo emocional”, donde analizamos cómo los contenidos audiovisuales pueden impactar en la salud emocional de los menores.
Hablemos de ello
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MARÍA RESOLA
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