Si hay algo que caracteriza a nuestra generación es que somos una generación puente en la crianza. Nos encontramos en una especie de “tierra de nadie” entre dos formas de entender la educación: la que recibimos y la que queremos ofrecer a nuestros hijos.
Hemos crecido con una crianza más rígida, basada muchas veces en el miedo, la obediencia y el “porque lo digo yo”. Sin embargo, ahora disponemos de más información, más estudios y más herramientas para educar desde el respeto, la empatía y la conexión emocional. Nos toca ser la generación puente en la crianza, esa que toma lo mejor de lo aprendido, cuestiona lo que ya no encaja y abre un nuevo camino.
Entender sin culpar en la generación puente en la crianza
Una de las trampas más comunes al reflexionar sobre la educación que recibimos es caer en la culpabilización de nuestros padres. Sin embargo, es fundamental recordar que ellos hicieron lo mejor que pudieron, con las herramientas, el conocimiento y el contexto de su época. Muchos actuaron desde el amor, pero bajo creencias culturales y sociales que hoy sabemos que no eran las más saludables.
Educar sin castigos físicos, validar las emociones o fomentar la comunicación abierta no formaba parte de la crianza típica de hace unas décadas. La psicología infantil apenas estaba empezando a ganar relevancia en las conversaciones sobre educación. No podemos juzgar a nuestros padres con los ojos y la información que tenemos hoy. Comprender esto no significa justificar todo, pero sí permite mirar atrás con compasión.
El reto de cuestionar lo aprendido en la crianza
Para quienes decidimos criar diferente, hay un reto doble: por un lado, construir una nueva forma de educar, y por otro, gestionar el peso de la propia infancia. Es inevitable que, en momentos de estrés o cansancio, afloren esos patrones heredados.
“Me sale de dentro” o “es que me lo hacían así”
Son frases comunes cuando nos vemos reaccionando como no queremos.
Este proceso no es sencillo porque supone cuestionar creencias arraigadas:
- “Si no te castigo, serás un malcriado.”
- “Si te consuelo mucho, te harás débil.”
- “Si me cuestionas, es falta de respeto.”
Estas ideas, grabadas en nuestra memoria emocional, conviven ahora con lo que sabemos sobre apego seguro, disciplina positiva y desarrollo emocional. Ese choque es incómodo, pero es justo ahí donde ocurre el cambio.
Más herramientas, pero también más presión en la crianza
Nuestra generación tiene acceso a una cantidad inmensa de información sobre crianza respetuosa, neurociencia, emociones y desarrollo infantil. Y eso es maravilloso… pero también abrumador.
Las redes sociales nos exponen a una “crianza ideal”, que muchas veces genera culpa y sensación de no llegar. El equilibrio está en entender que cambiar patrones lleva tiempo.
Criar diferente no significa ser perfectos, sino ser conscientes. Es reconocer cuando repetimos un modelo antiguo y detenernos a reflexionar. Es pedir perdón cuando nos equivocamos. Es tener claro que la crianza perfecta no existe, pero la crianza consciente sí.
📌 Si te interesa profundizar en cómo gestionar la culpa en la crianza, puedes leer nuestro artículo sobre ¿Por qué hay tantos niños inseguros en la actualidad y con falta de autoestima?.
Sanar para educar mejor
Parte de esta transformación pasa por revisar nuestras propias heridas de infancia. No se trata de buscar culpables, sino de entender qué aprendimos sobre el amor, el respeto, el miedo o la autoridad.
Si crecimos en un entorno donde no se hablaba de emociones, será difícil validar el llanto de nuestros hijos sin incomodidad. Si nos educaron desde la obediencia ciega, nos puede costar aceptar que un niño nos cuestione sin verlo como una falta de respeto.
Ese trabajo personal es el verdadero legado que dejamos.
El regalo de ser la generación puente en la crianza
Ser generación puente en la crianza no es fácil, pero es un regalo. Significa cortar cadenas, liberar a nuestros hijos de patrones que ya no sirven y, al mismo tiempo, reconciliarnos con nuestra historia familiar.
Criar diferente es, en realidad, un acto de evolución y esperanza. Porque si cada generación tiene la oportunidad de hacerlo un poquito mejor, estamos contribuyendo a un mundo más empático, más consciente y más humano. Y esa, sin duda, es la mejor herencia.
Crianza respetuosa con apoyo profesional
Si sientes que necesitas acompañamiento profesional, en Centro Imago Villalba estamos aquí para ayudarte.
Nuestro equipo de especialistas puede brindarte herramientas y apoyo para que construyas una crianza basada en el respeto y la conexión emocional.
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