Educar en el respeto: enseñar a los niños que tampoco pueden tocar las partes íntimas de otras personas
Cuando hablamos de prevención del abuso infantil, solemos centrarnos en proteger a los niños de comportamientos inadecuados por parte de adultos. Sin embargo, hay un aspecto igual de importante que a veces olvidamos: enseñarles que ellos tampoco pueden invadir la intimidad corporal de otras personas.
Comprender este límite no solo los protege, sino que también les enseña a relacionarse desde el respeto, la empatía y el consentimiento. Les da criterios claros para identificar comportamientos adecuados y, al mismo tiempo, para mantener relaciones saludables a lo largo de su vida.
El mismo límite para todos: “mi cuerpo es mío” y “tu cuerpo es tuyo”
La autonomía corporal no se enseña en una sola dirección. Un niño necesita interiorizar dos ideas fundamentales:
- Nadie puede tocar mis zonas privadas.
- Yo tampoco puedo tocar las zonas privadas de nadie.
Cuando ambos mensajes se enseñan juntos, los niños entienden que el respeto corporal no es algo que se les exige, sino algo que se practica entre todos.
Cómo explicarlo de manera sencilla y sin generar miedo
Hablar de estas cosas no tiene por qué ser difícil ni incómodo. Cuanto más natural sea la conversación, más fácil será para ellos recordarla.
1. Las mismas “zonas rojas” aplican a todos
Si ya han aprendido cuáles son sus zonas privadas (las que nadie debe tocar), basta con añadir:
- “Así como nadie puede tocar tus partes íntimas, tú tampoco puedes tocar las de nadie.”
- “Las zonas que tú proteges son las mismas que protegen los demás.”
Esto les ayuda a comprender que los límites funcionan en ambas direcciones.
2. Un lenguaje sencillo y concreto
Puedes usar frases claras como:
- “Tu cuerpo es tuyo, y el de los demás es de ellos.”
- “Hay partes del cuerpo que solo puede tocar cada uno o un adulto de confianza cuando es necesario para cuidar.”
No hace falta dar explicaciones complejas: los niños entienden perfectamente los conceptos de respeto y privacidad.
3. Evitar el sentimiento de culpa
Es importante transmitir el mensaje sin etiquetas negativas. No se trata de “portarse mal”, sino de cuidar su cuerpo y los cuerpos de los demás.
Podemos reforzarlo diciendo:
- “No es malo tener curiosidad, pero esas partes no se tocan.”
- “Si alguna vez pasa sin querer, lo dices y seguimos adelante.”
Esto evita que sientan vergüenza o miedo de contarlo.
4. Enseñar también el “no quiero que me toques” y el “no te toco si no quieres”
El consentimiento se aprende en lo cotidiano:
- Si un amigo no quiere un abrazo, se respeta.
- Si alguien dice “no me gusta”, se para.
- Si yo digo “no quiero”, deben respetarme.
Estas pequeñas interacciones construyen la idea de que los límites importan, tanto los propios como los ajenos.
Prevenir conflictos y malos entendidos entre niños
Muchos episodios entre niños pequeños no tienen intención dañina, sino curiosidad o imitación. Por eso, hablar abiertamente del tema sirve para:
- enseñarles qué hacer si un amigo intenta tocarles
- explicarles qué deben hacer si ellos sienten curiosidad
- darles un criterio claro para pedir ayuda sin miedo
Cuando los niños saben qué es apropiado y qué no lo es, se sienten más seguros y actúan con más confianza.
Educar para un futuro más sano
Enseñar a los niños a respetar su propio cuerpo y el cuerpo de los demás no solo previene situaciones de riesgo. También construye:
- relaciones más sanas
- respeto mutuo
- empatía
- conciencia del consentimiento
- límites claros para toda la vida
Es un aprendizaje que empieza en la infancia, pero los acompañará siempre.
Si como familia te surgen dudas sobre cómo abordar estos temas, o necesitas acompañamiento para trabajar el respeto corporal, los límites o la educación emocional, puedes ponerte en contacto con Centro Imago Villalba. Nuestro equipo estará encantado de orientarte y acompañarte en el proceso.
MARÍA RESOLA











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